Abejas en la ciudad, adaptación cognitiva
La rápida transformación de hábitats naturales en paisajes urbanizados ha creado un dilema para estas incansables polinizadoras que juegan un papel vital en nuestro ecosistema

CIUDAD DE MÉXICO, 09OCTUBRE2023.- Aspecto de abejas en el Jardín Botánico de Chapultepec. FOTO: ANDREA MURCIA /CUARTOSCURO.COM
/Andrea Murcia Monsivais
Un reciente estudio publicado en Biology Letters arroja luz sobre el fascinante fenómeno de cómo algunas abejas se las arreglan para brillar en entornos urbanos, mientras que otras se tambalean un poco en medio de la jungla de concreto.
La rápida transformación de hábitats naturales en paisajes urbanizados ha creado un dilema para las abejas, esas incansables polinizadoras que juegan un papel vital en nuestro ecosistema. Sin embargo, según esta investigación, parece que algunas de estas trabajadoras aladas han perfeccionado el arte de la adaptación a la vida en la ciudad.
El estudio introduce la intrigante idea del “amortiguador cognitivo”, sugiriendo que las abejas con cerebros más grandes son las campeonas de la adaptación en entornos urbanos. Aunque este concepto ha sido bien aceptado en el mundo de los vertebrados, esta investigación demuestra que las abejas también están en el juego, desafiando la idea de que las habilidades cognitivas avanzadas son exclusivas de ciertos animales.
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La teoría del “amortiguador cognitivo” postula que las especies con cerebros relativamente grandes en comparación con su tamaño corporal tienen una ventaja en la adaptación a entornos desafiantes. ¿Cómo se traduce esto para nuestras amigas rayadas? Resulta que las abejas urbanas, esas que zumban entre rascacielos y parques urbanos, tienen cerebros más grandes en proporción a su tamaño corporal en comparación con sus contrapartes rurales. Además, no solo destacan en el departamento cerebral, sino que también son físicamente más grandes.
Este estudio, respaldado por evidencia empírica, nos ofrece una visión única de cómo las abejas se las ingenian para adaptarse a la rápida urbanización. ¿El secreto? Quizás, un cerebro más grande. Este descubrimiento podría arrojar luz sobre cómo estos polinizadores esenciales se enfrentan a los desafíos en nuestros paisajes urbanos en constante cambio y cómo estas adaptaciones podrían influir en su supervivencia y función ecológica.
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