50 años después, Irlanda del Norte conmemora el "Domingo Sangriento"

18 de Diciembre de 2024

50 años después, Irlanda del Norte conmemora el “Domingo Sangriento”

Domingo sangriento
Foto: @JLBalbinM

Fue "una masacre en nuestras calles", subrayó Michael McKinney, a cuyo hermano mataron durante la manifestación pacífica por los derechos cívicos

Cincuenta años después de que los soldados británicos mataran a 13 manifestantes, una marcha honró este domingo la memoria de las víctimas del “Domingo Sangriento”, uno de los días más oscuros de la historia reciente del Reino Unido.

Fue “una masacre en nuestras calles”, subrayó Michael McKinney, a cuyo hermano mataron durante la manifestación pacífica por los derechos cívicos que terminó en un derramamiento de sangre el 30 de enero de 1972, en Londonderry, segunda ciudad de Irlanda del Norte.

“Hemos hecho un largo camino desde el horror de ese día”, añadió, subrayando que las familias continúan pidiendo “que los criminales de uniforme que mataron a los nuestros sean procesados”.

El desfile, en el que participaron centenares de personas, con rosas blancas y enarbolando los retratos de las víctimas, pasó por el monumento que rinde homenaje a los fallecidos en aquel “Domingo Sangriento”.

El primer ministro irlandés, Micheal Martin, fue el primer dirigente de la República de Irlanda en participar en esa ceremonia, de carácter anual. Tanto él como su ministro de Relaciones Exteriores, Simon Coveney, depositaron un ramo de flores al pie del memorial.

Por la tarde se convocó otra manifestación, en las calles de Derry -apelación que los habitantes prefieren, en lugar del nombre oficial de Londonderry, que ven como una muestra de la dominación británica-, coincidiendo con la hora en la que los paracaidistas del primer batallón abrieron fuego contra los manifestantes católicos.

Entonces, el ‘Bloody Sunday’ (“Domingo Sangriento”) empujó a muchos jóvenes católicos republicanos a abrazar el IRA (Ejército Republicano Irlandés), un grupo paramilitar opuesto a que los británicos estén presentes en la isla de Irlanda.

Hubo que esperar a 1998, cuando se firmó el acuerdo de paz del Viernes Santo, para poner fin a tres décadas de un conflicto que dejó 3.500 muertos.

El ejército británico afirmó que los paracaidistas respondieron a los tiros de los “terroristas” del IRA, una versión que más tarde apoyaría un informe realizado a toda prisa en las semanas siguientes.

Pero, a pesar de todos los testimonios que contradijeron esa versión, hasta 2010 no se reconoció oficialmente la inocencia de las víctimas, a algunas de las cuales se les disparó por la espalda o incluso estando en el suelo, agitando un pañuelo blanco.

“Amnistía”

Al cabo de la investigación más larga, de 12 años, y más cara que haya conocido el Reino Unido (casi 200 millones de libras esterlinas, unos 240 millones de euros o 268 millones de dólares al cambio actual), el entonces primer ministro David Cameron se disculpó oficialmente por unos actos “injustificados e injustificables”.

Ningún soldado fue procesado por el “Domingo Sangriento”. El caso que se abrió contra uno de ellos fue abandonado por cuestiones jurídicas y el gobierno británico presentó un proyecto de ley para terminar con cualquier caso que se pueda abrir relacionado con el conflicto, algo que todas las partes vieron como una “amnistía”.

A la entrada del barrio católico de Bogside, el lema “No hay justicia británica” ocupa el lugar que anteriormente delimitaba la entrada del “Derry libre”.

Nubarrones en el horizonte

Hace unos días, una bandera de los paracaidistas izada en un barrio leal a la corona británica de la ciudad causó un gran revuelo, y llegó incluso a hablarse de ella durante una sesión en el Parlamento, en Londres.

El primer ministro británico, Boris Johnson, calificó el “Domingo Sangriento” como un “día trágico” y uno “de los más sombríos”.

En los últimos meses, las consecuencias del Brexit han subrayado la fragilidad del equilibrio establecido por el acuerdo de paz de 1998.

Las criticadas disposiciones aduaneras, destinadas a evitar la imposición de una frontera terrestre con Irlanda -pero que establecen una frontera marítima de facto con Gran Bretaña- se están negociando actualmente entre Londres y Bruselas.

También han atizado las tensiones comunitarias: durante unos disturbios acaecidos en Belfast en primavera, los “muros de la paz” que separan los barrios católicos y protestantes ardieron.

Las elecciones locales de mayo se anuncian decisivas para el delicado equilibrio político instaurado. Con un retroceso de los unionistas (favorables a permanecer dentro del Reino Unido), una victoria de los republicanos parece factible. El Sinn Fein, antaño brazo político del IRA, desea que se convoque un referéndum en un plazo de cinco años sobre la reunificación de la isla. DJ