La revolución de la música empezó en 1970, cuando los cuatro “reyes de la oscuridad” procedentes del Reino Unido se nombraron Black Sabbath y decidieron gritarle al mundo que estaban hartos de la vida, el amor y preferían a Lucifer todas las noches sentado a la orilla de la cama, solo esperando.
Grabado durante dos días en el estudio Regent Sound Studios de Londres, el debut de banda ya estaba en manos de la disquera Vértigo. El primer cimiento del Heavy Metal conocería la luz un día como hoy, pero hace 50 años.
Lo que estaba apunto de escuchar el mundo era sobrenatural, terrorífico. Enchinaba la piel. Los riffs, los sonidos graves y letras provocadoras hablando de ocultismo y muerte. El sonido, letras y portadas de sus discos fueron el detonante perfecto para ser llamados “satanistas” tanto en Estados Unidos como en Europa.
Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler y Bill Ward fueron los responsables de crear la banda más influyentes de todos los tiempos. Según la sociedad y crítica, portavoces de alabar al señor de las tinieblas.
Con una duración de 38:12, y un sonido tétrico, campanadas y la lluvia mojando tus pies, se dio la bienvenida a una nueva historia. Entonces, la voz de Ozzy resuena… “Enorme figura negra con ojos de fuego, diciéndole a la gente sus deseos, Satanás está sentado allí, sonriendo”.
Black Sabbath fue y seguirá siendo el desestabilizador musical más importante en la ruptura londinense. Fue el momento preciso, The Wizard, N.I.B y Evil Woman estaban en el horno. La Fender Stratocaster de Tony Iommi, la furia de Ozzy, la agresiva batería de Bill Ward y el violento bajo de Geezer habían nacido para alabar la oscuridad. DL