Hace medio siglo, Chile vivió un capítulo oscuro de su historia política cuando el gobierno de Salvador Allende, elegido democráticamente en 1970, fue derrocado en un golpe de Estado liderado por el exdictador Augusto Pinochet.
Michel Foucault, el filósofo francés, nos recuerda que ningún régimen de poder se sostiene solo a través del terror y la coerción, incluso en una dictadura sangrienta como la de Pinochet. Detrás de este episodio, se encuentra la sombra de la intervención estadounidense.
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Desde antes de la asunción de Allende, el Gobierno de EE. UU. buscó evitar a toda costa un gobierno de izquierda en una región marcada por dictaduras conservadoras durante la Guerra Fría.
Documentos desclasificados han revelado que la CIA y la Casa Blanca de Richard Nixon desempeñaron un papel fundamental en la caída de Allende.
La estrategia inicial consistió en presionar para evitar que Allende fuera nombrado presidente por el Congreso después de las elecciones de 1970.
Empero, esto fracasó debido a la abrumadora victoria de Allende en las urnas. Entonces, la estrategia cambió hacia una agresión solapada centrada en acciones económicas destinadas a socavar el gobierno de Allende gradualmente.
En esta trama, surge la figura de Henry Kissinger, quien instó a Nixon a evaluar cuidadosamente la situación en Chile, calificando a Allende como un “marxista duro” que buscaría establecer un estado socialista y marxista en Chile.
Problemas por la legitimidad de Allende
Kissinger advirtió que las decisiones sobre Chile tendrían ramificaciones significativas para las relaciones entre EE. UU. y Chile, así como para toda América Latina.
El dilema para EE. UU. radicaba en que Allende había sido elegido democráticamente y tenía legitimidad en los ojos de los chilenos y gran parte del mundo.
Esto llevó a Washington a adoptar una estrategia más sutil, destinada a desestabilizar al gobierno chileno sin que se revelara su papel activo en el proceso.
En poco tiempo, Chile sufrió una crisis económica, con bancos bloqueados, falta de acceso al crédito internacional y una prensa que se alineaba contra el gobierno de Allende.
Se sospecha que Kissinger ejerció influencia en estos aspectos, no solo en Chile sino también en otros países de América del Sur que sufrieron dictaduras.
El golpe de Pinochet en 1973 puso fin a los mil días de gobierno de Allende, marcando un episodio doloroso en la historia chilena. Hoy en día, persisten interrogantes sobre el grado de implicación de EE. UU. en ese golpe. DJ
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