50 años de no olvidar: “Terroristas extranjeros”

25 de Diciembre de 2024

50 años de no olvidar: “Terroristas extranjeros”

Promo-header-Pag21

Para la prensa mexicana la masacre del 2 de octubre no existió; quienes cuestionaron la versión oficial fueron encarcelados, como el director de la revista Por qué?

bnieto@ejecentral.com.mx

Los llamaron comunistas y aseguraban que fueron “carne de cañón” al servicio de intereses políticos internacionales o para boicotear los Juegos Olímpicos. Las columnas políticas y las caricaturas sostenían que había intereses oscuros que acechaban a los estudiantes y reconocían al gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz. La Prensa hizo una cobertura puntual desde la visión policiaca y Abel Quezada en Excélsior convirtió su cartón en un símbolo poderoso por mostrar un rectángulo en negro al que tituló: ¿Por qué?

chicago times
papel internacional. Periódicos de Estados Unidos refirieron que en Tlatelolco los estudiantes protestaban, pero la policía luchó contra ellos.

Las noticias principales de los diarios del 3 de octubre fueron las siguientes:

Excélsior: “Recio combate al dispersar el Ejército un mitin de huelguistas”. El Universal: “Tlatelolco, campo de batalla”. El Heraldo de México: “Sangriento encuentro en Tlatelolco”. Novedades: “Balacera entre francotiradores y el Ejército, en Ciudad Tlatelolco”. O El Día: “Muertos y heridos en grave choque con el Ejército en Tlatelolco”.

Las cifras de muertos y heridos fueron filtradas por el gobierno y los medios mexicanos las reprodujeron sin cuestionar: menos de una treintena de muertos y cien heridos; pero un reporte secreto de la embajada de Estados Unidos, que se conocería décadas después, calculaba de entre 150 y 350 muertos. Otra tarjeta mencionaba el control del gobierno sobre las publicaciones periodísticas mexicanas para acallar lo ocurrido.

El fallido mitin fue retomado por la prensa extranjera como una matanza que cercenó al movimiento, dispersando a sus integrantes, quienes un par de días después dieron una conferencia de prensa para defenderse de las acusaciones de Díaz Ordaz, quien los acusó de terroristas.

El periódico británico The Guardian fue uno de los primeros medios internacionales en mencionar una cifra de 300 asesinatos, mientras que otros medios como la revista Life publicó fotografías en las que fue captada la reportera italiana, Oriana Fallaci, presa del pánico y herida durante la balacera. Días después escribiría su experiencia para sobrevivir y una vez recuperada solicitó a su gobierno la retirada de la delegación italiana de las Olimpiadas: “el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país (…) ¡Qué salvajada!”

En México no hubo el eco esperado. Del 3 al 12 de octubre, fecha en la que comenzaron los Juegos Olímpicos —apenas 10 días después de la masacre—, en ninguno de los titulares o en las páginas interiores de los diarios nacionales se hizo referencia a los estudiantes detenidos y mucho menos desaparecidos o muertos; tampoco a la presencia del Ejército en las escuelas universitarias y el apoyo internacional.

Entre la sordera de la mayoría de los medios saltaba la revista Por qué?, de Mario Renato Menéndez, al ser la única que desde el inicio del movimiento estudiantil dedicó varias planas a la denuncia de los abusos de poder de la policía capitalina y el Ejército, pero también a la cobertura de las movilizaciones de los estudiantes.

En su número titulado La matanza. ¡Asesinos! ¿Quién manda en México?, hubo imágenes de los asesinatos. Esto le costó a Menéndez un par de años en Lecumberri.

Con esa visión, el periodista Carlos Ramírez en su libro El 68 no existió, que comenzará a circular en esta semana, refiere: “Los medios no analizaron, no investigaron las causas de la masacre, no indagaron el número real de muertos en la Plaza de las Tres Culturas. Los editores callaron. (...) sugirieron darle la vuelta a la hoja de la represión. Pero en 1968 los medios eludieron las razones de fondo del conflicto: la protesta juvenil contra la estructura antidemocrática, autoritaria y represiva del Estado priista. No hubo en los medios una consistencia crítica al poder y a sus excesos. Y cuando existieron tibias referencias críticas, siempre iban acompañadas de regaños a los estudiantes por sus excesos”.

La omisión más recordada ocurrió en el noticiario más visto del país —producido en Telesistema Mexicano y alimentado por la línea editorial del periódico Excélsior, dirigido por Julio Scherer— conducido por uno de los periodistas más influyentes: Jacobo Zabludovsky, se transmitía después de las siete de la noche, pero el día que debió reportar lo ocurrido en Tlatelolco, guardó silencio. La masacre del 2 de octubre simplemente no existió.

Tras el suceso en Tlatelolco, cada periódico mantuvo su línea editorial. Algunos publicaron cartas de los testigos que relataron su experiencia y otros afirmaban que los estudiantes habían disparado primero y que el Ejército repelió la agresión.

Censura mexicana; el contraste con la mirada extranjera

Parcial, la cobertura del movimiento estudiantil en los medios nacionales se contraponía con el seguimiento de la prensa mundial que habló de una matanza en Tlatelolco.

ES DE INTERÉS |

La Comuna del 68: ¡Volveremos siempre! 1968: una revolución pisoteada La Gráfica, expresión del malestar