Cuando los votantes llegan a las urnas la labor de las campañas políticas es haberles presentado las opciones de manera que se articule un dilema claro para los electores en el cual se basen para decidir.
En las elecciones del 2000 el dilema fue entre el cambio o el status quo (o, como se ha enunciado, pro o anti sistema). Esto permitió que votantes de ideologías distintas se coordinaran exitosamente con la única consigna de sacar al PRI del poder.
En el 2006 el dilema se puede resumir entre un candidato sin carisma pero que prometía finanzas públicas responsables y un candidato radical y cercano a la gente que llegó a los comicios con una etiqueta exitosamente adherida – no sin ayuda del mismo – de un personaje peligroso para el país. La batalla fue cruenta hasta el final pero los votantes tuvieron opciones reales y claramente contrastantes.
En el 2012 los electores manifestaron un claro rechazo a la presidencia de Felipe Calderón y a los saldos de la lucha contra el narcotráfico a la vez que el PAN no logró formular una campaña fuerte. En el momento de votar la mayoría de la población eligió entre dos opciones: un López Obrador pretendidamente reinventado y amoroso o un priista con fallas claras de articulación y preparación pero con una imagen de capacidad para gobernar y una supuesta trayectoria de promesas cumplidas.
¿Cuál es el dilema que enfrentan los ciudadanos en los comicios que se avecinan este año? ¿Cuáles son las opciones que se les presentan? ¿Se puede diferenciar claramente entre ellas? ¿Los partidos y gobernantes los han puesto en la posición de elegir entre el menor de varios males?
Si bien las elecciones intermedias representan un referéndum sobre el partido en el poder, el dilema se presenta en torno a la figura presidencial y los partidos políticos en lugar de candidatos específicos. Los votantes deben decidir entre apoyar al Presidente en turno o manifestarse a favor de una opción que los represente mejor.
De cara a estos comicios el presidente Peña Nieto se encuentra muy debilitado en los principales referentes de evaluación de los ciudadanos: la economía, la inseguridad y la imagen presidencial.
El aumento de precios de la canasta básica y de la gasolina, la insuficiente creación de empleos, el debilitamiento del peso ante el dólar y un previsible crecimiento de la economía de no más de 3% este año no vaticinan un año próspero para el bolsillo del electorado.
En el tema de inseguridad el Presidente ha tenido un desempeño deplorable en muchos sentidos. Desde haber omitido el tema del discurso oficial salvo en contadas ocasiones para señalar una mejora inexistente, hasta el manejo del caso de Iguala y la tardía respuesta en Tlatlaya. En lo que respecta a inseguridad, el Presidente parece sorprendido por la realidad, poco preparado y muy desvinculado de la población y su problemática.
Por último, la imagen presidencial permanece profundamente minada como consecuencia de los escándalos de las propiedades de su esposa y de su Secretario de Hacienda, los claros conflictos de interés en licitaciones millonarias y el pésimo manejo en la comunicación para explicar lo inexplicable.
Como resultado, los márgenes de acción del Presidente ante la opinión pública se han acotado de manera alarmante. ¿Cuál será la consecuencia para Enrique Peña Nieto y el PRI en Junio de 2015? Aun estamos por ver una respuesta fuerte y contundente de su parte, una aceptación de responsabilidad o tan solo el reconocimiento de la necesidad de un cambio de timón. De seguir así, este puede ser un año muy costoso para Enrique Peña Nieto y para el PRI.
@lorena_becerra