10 de mayo, 10 historias, 10 búsquedas de justicia
Ellas investigan, exigen, se unen. Ellas saben que el Día de las Madres es una oportunidad para reclamar la atención del Estado mexicano a sus casos
Ellas investigan, exigen, se unen. Ellas saben que el Día de las Madres es una oportunidad para reclamar la atención del Estado mexicano a sus casos que los tienen olvidados entre los 26 mil cuerpos y decenas de miles restos óseos sin identificar o las 40 mil personas desaparecidas o no localizadas, o por resolver los feminicidios en un país que ocupa el segundo lugar en la región en ese tipo de crímenes.
ejecentral habló con 10 mujeres que buscan respuestas de un sistema de justicia donde 8 de cada 10 asesinatos no se resuelven, y tiene cuatro veces menos jueces y magistrados que el resto del mundo, con un promedio de 3.9 para cada 100 mil habitantes.
Estas son sus historias:
Norma Andrade
“Es el coraje el que nos hace salir. No es una opción quedarse callada”
Tras siete días de buscar a Lilia Alejandra García Andrade de 17 años, su madre, Norma Andrade, se encontró frente a las puertas del anfiteatro del Servicio Médico Forense (Semefo) de Ciudad Juárez, Chihuahua. De ese día han pasado más de 18 años, pero también dos atentados contra ella por exigir justicia para su hija, uno en la ciudad fronteriza: cinco disparos, y quince días después de llegar a la capital: dos puñaladas.
—¿Traía calcetas escolares o “tins” como éstos? —preguntó Norma Andrade, levantándose ligeramente el pantalón y mostrándole el pie a la Ministerio Público (MP).
—No —reviró la funcionaria.
—Entonces no es mi Alex— dijo la madre, pero al voltearse a ver a un familiar, que le pidió lo esperara para entrar a revisar un cuerpo que había sido encontrado, entendió que la MP le había mentido. Del otro lado de la puerta estaba Lilia Alejandra.
Ahí, dice la madre de la víctima a ejecentral, nació otra Norma Andrade; la primera era la maestra de primaria; la segunda es la que día tras día se levanta para que las autoridades capturen a los tres asesinos, señala el expediente de investigación que consta de más de 5 mil fojas en 8 tomos, de su hija; y la tercera que es la que se desplazó hasta la Ciudad de México luego de que personas armadas le dispararan, frente a los hijos de Lilia Alejandra, quienes ahora son un par de jovencitos que a su abuela la llaman mamá, por los atentados en su contra no hay detenidos y la indagatoria se ha perdido en el “archivo muerto”.
Corría el 2001 y el delito de feminicidio ni siquiera existía, tampoco había protocolos de búsqueda para mujeres desaparecidas y sólo dos agentes se encargaban de los más de 4 mil casos de este tipo que había en Ciudad Juárez.
Norma Andrade se enfrentó a ese sistema que, en todos estos años y, tras la desaparición y asesinato de miles de mujeres, ha cambiado ligeramente. Ahora hay fiscalías especializadas, recomendaciones de organismos defensores de Derechos Humanos, colectivos de madres que presionan a las autoridades, pero sigue sin haber justicia y los feminicidios se han replicado en todo el país.
Su caso lo llevó ante todo tipo de autoridades, hasta que llegó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la fuerza que ejerció en el gobierno estatal y federal, junto con otras madres, logró que se nombrara una fiscal especializada para las llamadas “Muertas de Ciudad Juárez”, que el caso no se cerrara y a ella la transformó en una luchadora social.
Por el homicidio de su hija, el caso no ha sido reclasificado como feminicidio, hay una persona detenida, presuntamente vinculada a los asesinatos de otras 4 víctimas entre 1995 y 2005, pero Andrade ha pugnado porque un perito externo realice diligencias porque no confía en las autoridades.
Este 10 de mayo Norma Andrade, de la mano de sus nietos, estará en la Marcha por la Dignidad, donde madres y familiares de víctimas de desaparición y feminicidios se reúnen para exigir justicia ante un Estado que se ha caracterizado por las omisiones. “Es el coraje el que nos hace salir. No es una opción quedarse callada”, dice la mamá de Lilia Alejandra, quien desapareció un 14 de febrero de 2001, y por la que ella sigue gritando “¡Justicia!”.
Mapa de donde fue hallado el cuerpo de Lilia Alejandra:
Olga Tezmol Juárez
“No pierdo la esperanza de que Karlita lo pueda ver y que sepa que no dejamos de buscarla y que sino la hemos encontrado es por culpa del gobierno, por la insensibilidad que ellos tienen y las omisiones en su búsqueda.”
Olga Tezmol Juárez, la mamá de Karla Romero Tezmol, una menor que a sus 11 años de edad desapareció el 13 de enero de 2016 cuando salió de su casa para ir a la escuela en Tlaxcala, explica que desde el inicio se topó con una autoridad omisa e insensible, que ha tres años de la desaparición ha dejado mucho que desear y que place de repetir la frase “nos gustaría tener una bola mágica para saber en dónde está su hija.”
La mujer, madre de otros dos niños, cuenta a ejecentral que en la Procuraduría solo levantaron una acta circunstanciada, como si hubiera denunciado que se le perdió un objeto y que la entonces procuradora Alicia Fragoso Sánchez la regañó por difundir la fotografía de su hija, exhortándola, además, a no dar a conocer su caso a los medios de comunicación.
Tras la desaparición de Karla la Alerta Amber tardó 21 días para ser activada y solo por tres días, es por eso que hasta ahora las redes sociales, los colectivos y organizaciones son las aliadas de Olga Tezmol en la búsqueda de su hija.
Los días y los años pasan, Olga siente que el cambió de administración lo han usado para lavarse las manos, como si quisieran que el caso se olvidara y Karla se convierta en una cifra más, por eso para ella no hay justicia.
“Yo quisiera saber de mi hija, hasta el momento que me digan en dónde y con quién está, diré que las autoridades hicieron bien su trabajo, pero mientras no”.
Hasta la fecha le pido perdón a mi hija porque a pesar de que he hecho hasta donde he podido no la he logrado encontrar.”
Cinthya Marisa Gutiérrez Medina
“Todo lo que saben es por mí”
Gustavo Ángel Godínez Gutiérrez, de 15 años de edad, desapareció sin dejar rastro el viernes 30 de junio del 2017, su madre Cinthya Marisa Gutiérrez Medina se unió a un colectivo para localizarlo.
Mientras se alista para salir a rastreo a Cajeme, Gutiérrez Medina cuenta a ejecentral que tras la desaparición de su hijo lo único que hicieron las autoridades en su caso fue levantar la denuncia. Desde ese momento ella comenzó su búsqueda, realizó entrevistas, difusión en redes sociales, buscó información de colectivos y fue en enero de 2018 cuando se unió a Guerreras Buscadoras de Sonora.
Bajando el tono de voz, la señora Cinthya Gutiérrez dice “buscamos en vida y buscamos ya muertos también”, señala que las autoridades solo investigan hasta donde ellos quieren, “sino se les facilita no siguen buscado, en mi caso todo lo que saben es por mí”.
Hermanadas por el dolor de tener a un familiar desaparecidos, las Guerreras salen a buscar sus tesoros, Cinthya Gutiérrez cuenta que en el último rastreo localizaron a dos desaparecidos y que ella ha logrado que la Fiscalía brinde apoyo psicológico, pruebas de ADN y talleres, ya sea para conocer sus derechos, porque ellas también son victimas, o de medicina forense.
Aunque la economía ha sido su mayor obstáculo, eso no le pesa, ella ha recorrido, junto a otras madres, Nogales, Sinaloa, Hermosillo y todos los alrededores de Guaymas. Cinthya Gutiérrez, es una madre que este 10 de mayo no tiene nada que festejar y es que cómo hacerlo si no tiene a todos sus hijos a su lado.
Le pediría a las familias que no tengan miedo, si nosotros no lo hacemos nadie mas lo hará, no buscamos justicia, buscamos nuestros tesoros, no solo busco al mío busco a todos.”, concluye la integrante de Guerreras Buscadoras de Sonora.
Alma Miriam Ruiz
“No quiero justicia, ni culpables, quiero encontrar a mi hija. Ya es mucho tiempo pensando dónde estará, qué fue de ella”
Alma Miriam Ruiz busca a su hija desaparecida desde diciembre de 2010 en Tamaulipas. En ese entonces, Dilia Antonia Ruiz tenía 20 años y tres bebés de nueves meses, dos y tres años de edad. Niños que quedaron al cuidado de su abuela, quien se encarga también de buscar a su hija por encima de la tierra y bajo la misma.
“No sé nada de ella, nadie me ha hecho una sola llamada, nada de nada. Ella desapareció cuando se desató la violencia en Tamaulipas”, cuenta la señora Miriam, quien se unió a los colectivos Buscando Cuerpos y Buscando tus Huellas con Fe y Esperanza, pues de otro modo, “las autoridades no te hacen caso”.
Además de su búsqueda como rastreadora, Miriam también ha viajado desde Tamaulipas a la Ciudad de México, donde desde el año pasado ha participado en manifestaciones, como la acción Madres en Huelga de Hambre: un grupo de mujeres que acampan frente a las oficinas de la Secretaría de Gobernación (Segob), algunas solo tomando agua, otras comiendo menos, por eso de la diabetes u otros padecimientos, explica Miriam.
Se trata de un grupo de madres que ha agotado recursos y acciones con tal de visibilizar sus casos, pero sobre todo, para que las autoridades investiguen y trabajen para entregar resultados. Hasta el 8 de mayo de 2019, este grupo de madres que duerme y acampa frente a las oficinas de Gobierno suma 27 días de manifestación… y contando.
Por las omisiones de las autoridades hacemos esta huelga”. Miriam recuerda que los obstáculos a los que se ha enfrentado en su proceso de búsqueda no se dan solo en el tema de las investigaciones. En enero pasado, le fue retirado el apoyo llamado Jefas de Familia con el que calzaba y vestía a sus nietos. ¿Por qué? “Que porque los que entran a ese programa tienen acta de defunción y yo solo tengo una carta de sentencia o declaración de ausencia y presunción de muerte. ¿Cómo voy a dar el acta de defunción si no me consta a mí que mi hija esté muerta?”
Hasta el momento, ese apoyo no le ha sido sustituido por algún otro. “Se lo comenté al señor (Alejandro) Encinas”. El Subsecretario de Derechos Humanos respondió “que él no sabía, que iba a investigar y que después me decía”, relata la señora Miriam. “No quiero justicia, ni culpables, quiero encontrar a mi hija. Ya es mucho tiempo pensando dónde estará, qué fue de ella”, asegura.
Lourdes Mejía
“También tengo que luchar”
La señora Lourdes Mejía dice que ya parece retrato, porque ha estado presente en varias de las marchas y manifestaciones donde las madres salen a gritar y a exigir justicia. Codo a codo con otras madres y padres que, como ella, suman años sin ver que sus casos se esclarezcan.
Así ha sido desde hace siete años, cuando su hijo Carlos Sinhue fue asesinado al salir de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para dirigirse a su casa, justo en el km 28 de la carretera federal México-Cuernavaca, donde fue atacado por elementos policíacos, momento que quedó en una grabación que Lourdes ha visto millones de veces, tal como ella misma cuenta.
Carlos era activista, tenía interés en los movimientos sociales, participaba en ellos y además era tesista de la Facultad de Filosofía y Letras. Meses antes ya había sido amenazado y había sido enfrentado por elementos de vigilancia de la UNAM, por sus actividades sociales, relata la señora Lourdes.
Desde el inicio, el encuentro con las autoridades se tornó “cruel” y “doloroso”. “Nos trataron como si fuéramos retrasados mentales”. El primer día tras el asesinato, ya en el Semefo, Lourdes recuerda que, de manera natural, preguntó si podría llevarse a su hijo. “Y yo para que lo quiero”, le respondieron. Fue algo que se quedó muy grabado en su mente, pero también recuerda que el cuerpo de Sinhue quedó con la mano izquierda levantada en el proceso de necropsia, “a lo mejor es algo que yo me digo para consolarme, pensar que mi hijo nunca dejó de luchar, que levantó su mano porque siempre fue de izquierda”, detalla la señora Lourdes. “Por eso yo también tengo que luchar para que se haga justicia en el caso de mi hijo, así como él con las causas que defendía”.
A siete años del asesinato, Lourdes no ha encontrado la justicia que anhela, pero su recorrido tampoco ha sido en vano. El pasado 8 de agosto de 2018, la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México emitió la recomendación 02/2018 por el caso, pues se documentaron diversas violaciones a derechos humanos, entre ellos el derecho la protesta social en ejercicio de la libertad de expresión. La recomendación incluye una disculpa pública por parte de aquellas autoridades que violentaron derechos humanos, sin embargo, las mismas han retrasado tal “perdón” pues han querido hacerlo “a su modo”, y no como lo ha solicitado la recomendación.
María del Carmen
“Tenemos que parar este monstruo que le ganó a nuestro país”
Un trato “fatal”, de “contención y mentira” es como califica María del Carmen el trato de las autoridades desde hace un año y cinco meses, cuando desapareció Pamela Gallardo Volante de 23 años de edad. Desde entonces nada… nada… relata la señora, madre de la joven que fue vista por última vez en noviembre de 2017, tras acudir a un festival.
Desde el día uno, fue el hermano de Pamela, e hijo mayor de María, quien se encargó de buscar a la joven, porque su madre se hallaba en un estado “deplorable”, “no dejaba de llorar y llorar”. Pero todo cambió un mes y medio después, cuando la familia recibió una llamada de extorsión, diciendo que tenían a Pamela y que, si no pagaban lo que les pedían, “la tendrían en pedacitos”.
Fue el hermano de Pamela quien recibió el mensaje de voz, una grabación que le afectó de inmediato. Al ver a su hijo impactado, María del Carmen se metió a la cocina, se lavó la cara y las manos, y decidió que a partir de ese momento tendría que tomar el control y emprender la búsqueda de su hija.
Además de hacer uso de redes sociales para la difusión, familiares y amigos de Pamela se manifestaron frente al búnker de la Procuraduría capitalina. “Visualizamos que CAPEA no servía, solo colocaba a nuestros familiares como ‘ausentes’ o ‘no localizados’. Aunque hoy es una Fiscalía de desaparecidos, y con diferente logotipo, seguimos igual”, relata María. Y es que, señala, muchos de los que eran de la otrora CAPEA, se quedaron en la nueva dependencia.
Las negativas y las omisiones son una constante en su búsqueda, “quieren que la familia haga la investigación, y cuando entregamos algo, resulta que no les sirve”, al grado de que la familia ha terminado devastada económicamente por los gastos que cada día requiere la búsqueda.
“Es otra procuraduría con los mismos resultados” … Pamela desapareció en el kilómetro 13.5 de la Carretera Picacho-Ajusco. María del Carmen ha tomado el riesgo de acudir al punto, “pero al desplazarme unas cuadras del lugar, vecinos del lugar me piden que no avance más, porque también podría desaparecer, pues es un espacio de la delincuencia organizada”. Por ello, dice María, necesita el apoyo y el acompañamiento de las autoridades para recorrer el lugar y ver si Pamela puede estar en algún lugar.
Este 10 de mayo no tengo nada que festejar, mis hijos tampoco, el dolor es demasiado grande, no hay palabras ni consuelo. Tenemos que parar este monstruo que le ganó a nuestro país y se está llevando a nuestras hijas”, comparte la señora María del Carmen.
Guillermina Hernández
“Quisiera que la gente se sensibilice y que si ve las fotografías de nuestros hijos con la leyenda ‘se busca’, que no piensen que son malas personas, los está buscando alguien que los quiere, que los ama”
El 10 de mayo de 2010 Guillermina Hernández vio por primera vez la ficha de búsqueda de su hija Selene Gisselle Delgado Hernández en la televisión; la adolescente de 14 años tenía 11 días de desaparecida.
En 9 años de la ausencia de su hija, la originaria del Estado de México, rememora que en la búsqueda ha enfrentado intentos de sobornos, como el de 5 mil pesos por parte de un Ministerio Público a fin de iniciar la búsqueda; la pérdida de todo el expediente y las pruebas del caso en 2011, y hasta palabras despreocupadas de funcionarios que le dijeron que Selene Gisselle se había ido por unas ‘chelas’ a Acapulco.
Nunca pagó ni ofreció dinero porque las autoridades hicieran su trabajo, pero siempre ofreció el título de propiedad de su casa a quien le entregara a su hija.
Este mes de mayo, Guillermina recibió avances importantes en la investigación para encontrarla, luego de que cuatro ministerio públicos tomarán y dejarán el caso desde que llegó a la entonces Procuraduría General de la República, hace cinco años.
En el momento que me entreguen a mi hija habrá justicia, porque ahorita, por muchas cosas, cuando no es un MP es otro, es raro que encuentres a un MP que en verdad se comprometa, y cuando lo encuentras, las autoridad le pone el pie para que avance”.
Ahora forma parte de Deudos y Defensores por la Dignidad, un grupo de madres y padres que buscan a sus hijos desaparecidos. El tener el respaldo de una organización, reconoce, propicia que las autoridades no abandonen el caso.
“Ahora como que nos hacen más caso. Al principio cuando yo empecé con esto hace 9 años, como que lo tomaban a juego. Nos decían: ‘no se preocupe, al rato regresa, se fue con el novio’”, lamenta.
Selene Gisselle desapareció el 29 de abril de 2010, cuando se dirigía a la Escuela Secundaria Luis Donaldo Colosio, en el Estado de México, cuando tenía 14 años. Se sospecha de su dentista. Su madre nunca ha dejado de buscarla.
María Cristina Reyna Brito
“Estoy cansada , pero vamos a seguir presionando”
“En el momento que aparezca mi hija o que me digan dónde me la fueron a aventar o dónde me la dejaron”, habrá justicia. Así habla María Cristina Reyna Brito, mamá de Gabriela Martínez Reyna, quien desapareció el 10 de diciembre de 2010 del edificio donde vivía en Tlatelolco, en la entonces delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México.
La joven tenía 29 años el día que desapareció, en ese tiempo estaba en proceso de divorcio. Vendía productos por catálogo y recibió una llamada a su teléfono celular y salió de su vivienda, nunca más se le volvió a ver.
Para la mamá de Gabriela el sistema de justicia en México es malo y no funciona, “no sólo es el caso de mi hija, es el caso de desaparición de niños, la desaparición de tantos jóvenes”, señala. “Faltan agallas para ir a buscar a los jóvenes”.
Asegura que en algunos funcionarios existe voluntad en los casos de desaparecidos, “pero falta personal, falta presupuesto y falta sensibilidad de las autoridades desde arriba. Falta tecnología. A veces los delincuentes tiene más derecho que mi hija porque no los obligan a hablar”.
Considera que se necesita profundizar en las indagatorias nacionales e internacionales debido a la facilidad de las bandas dedicadas a trata de personas y llegar a tocar a las “personas poderosas” detrás del delito.
Yolanda Morán
“Una madre nunca abandona a su hijo y no vamos a bajar los brazos”
Dan Jeremeel Fernández Morán desapareció en 2008, cuando la estrategia de la “Guerra contra el narcotráfico” estaba en auge en Coahuila. Su madre lo busca desde aquel viernes 19 de diciembre, ella sostiene que él fue desaparecido por militares adscritos a la Zona Militar de La Joya y por desertores del Ejército que conformaban un grupo de secuestradores que a la vez trabajaban para Los Zetas, así como por una dentista.
En entrevista para ejecentral Yolanda Morán señala que el cuatro de enero de 2009 el fiscal antisecuestros, Carlos Centeno, le indicó que había aprendido a un presunto responsable por la desaparición de Dan Jeremeel Fernández Morán, se trataba de Ubaldo Gómez Fuentes, un exmilitar de inteligencia apodado “El Uva”, que traía el coche de su hijo, quien el mismo día que fue trasladado al Centro de Readaptación Social de Torreón, fue asesinado por un grupo armado junto con Carlos Palacios Quintero y Carlos Navarro Valdez, también señalados como responsables.
Los otros sospechosos del caso son Ricardo Albino Navarro, detenido en la capital y quien tras un mes de haber sido trasladado al penal de Torreón fue asesinado, Miguel Ángel Mayorga y María de Jesús Guerrero Díaz, la dentista, y única sobreviviente de los implicados en el caso.
“Quería que el caso lo atrajera la Procuraduría General de la República (hoy fiscalía), el Fiscal antisecuestros (Carlos Centeno) me dijo ‘no yo no puedo hacer nada, tenemos prohibido por (Felipe) Calderón evidenciar a los militares y es un problema porque son militares’”, indicó Yolanda Morán.
La vida de Yolanda se ha transformado, ahora es una activista que sigue en la lucha por buscar a su hijo, pero también víctima de desplazamiento forzado ya que ejercer presión para acceder a la justicia la ha llevado a cambiar su domicilio. Actualmente el 10 de mayo le significa participar en la Marcha por la Dignidad y seguir exigiendo la aparición de Dan Jeremeel.
“Entre más pasa el tiempo más duele la herida, dicen que el tiempo lo cura todo, pero no es verdad, como madre te puedo decir que yo no tengo sana la herida, cada vez se va pudriendo más y algo que se va pudriendo duele más porque ves que pasa el tiempo y no hay resultados, no hay voluntad política. Ni en esta administración hay voluntad por buscar a nuestros hijos y eso nos mata día a día. Una madre nunca abandona a su hijo y no vamos a bajar los brazos.”
Araceli Osorio
“No fue suicidio, fue feminicidio”
Una semana antes del 10 de mayo de 2017, es decir, el día 3 Araceli Osorio amaneció con la noticia de que su hija de sólo 22 años, Lesvy Berlín Rivera Osorio, fue hallada muerta en las inmediaciones de Ciudad Universitaria, “Responsables: Jorge Luis González y sí, fue el Estado”, sostuvo la madre de la víctima durante la disculpa pública que le ofreció la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México que tras dos años aceptó que había errores en la indagatoria del caso.
El caso de Lesvy fue mediatizado de forma muy rápida debido a diversos factores, entre ellos porque ocurrió al interior de la máxima casa de estudios del país, por la criminalización de Lesvy, a la que incluso contribuyó el procurador Rodolfo Ríos Garza, y porque Araceli Osorio sostiene una versión contraria a las autoridades “no fue suicidio, fue feminicidio”, dice.
Araceli Osorio se ha convertido en una figura clave del activismo en los casos de feminicidio, asiste a protestas, acompaña a otras víctimas y ha externado su apoyo a otras familias como la de Aideé Mendoza, alumna del Colegio de Ciencias y Humanidades asesinada en abril pasado.
Para la madre de Lesvy Berlín ha sido fundamental que no se olvide a ninguna asesinada, desaparecida o víctima de violencia de género, y ha señalado en diversas ocasiones que la memoria es también una forma de hacer frente al panorama, “queremos memoria para comprender que la situación de violencia que viven muchas mujeres no es natural, mucho menos es inevitable”.
A pesar de lo reciente del caso, Araceli Osorio ha tenido que pugnar por la reclasificación del caso de su hija y será este mayo de 2019 cuando el presunto responsable tendrá las primeras audiencias del caso como imputado por el delito de feminicidio.
Es por amor por el que todos los días nos levantamos para constatar que no es un sueño, que ellas ya no están con nosotras, pero no porque hayan muerto, sino porque las asesinaron.”, sostiene Araceli Osorio.