1.
La incertidumbre en los resultados, normal en la democracia, es ahora una variable de riesgo para los mercados y los ciudadanos dada la precariedad de las reglas del juego, puestas en duda un día tras otro por los propios actores políticos sin percibir el río verdaderamente revuelto que se aproxima.
Ante ello, el análisis de riesgo para los próximos meses aparece dominado por la aversión. Las agencias calificadoras han empezado a elaborar y ponderar escenarios en los que podría desenvolverse el país, dependiendo del sesgo que tomen los factores determinantes, principalmente el resultado de la elección presidencial, el futuro del Tratado de Libre Comercio y el impacto de la revolución fiscal en Estados Unidos.
2.
Si se cumpliera el vaticinio derivado de la tendencia demoscópica y ganara un señor López, moderado, que mantuviera la viabilidad del TLCAN, sucedería el “vuelo a la seguridad” atenuado por el beneficio de la duda, lo que supondría que México cumpliría con los compromisos internacionales, incluidos los contratos firmados en las sucesivas rondas de la reforma energética. En tal caso el crecimiento del PIB sufriría un tropiezo, pero sólo perdería un punto, el tipo de cambio llegaría a 20 pesos por dólar y la inflación podría o no converger al 4%.
Si en vez de ello ganara un López Obrador más radical y no se lograra concretar el TLCAN, entonces el lance significaría la catástrofe: el PIB caería uno o dos puntos por debajo de cero, habría una recesión prolongada y quizá un escenario similar al vivido en 1994 y 1995 con el tipo de cambio por encima de 20 pesos por dólar y la inflación se dispararía debido a la especulación resultante.
3.
Otro escenario de ruptura sería que Ricardo Anaya no fuera procesado, ganara, se lograra el TLCAN y, dada la opción de su programa para convocar a un gobierno de coalición, integrara una administración estable que enfrentara la incertidumbre con un cambio más ordenado que el que representa López Obrador. En tal caso, el crecimiento del PIB podría estar en torno a 2%, el tipo de cambio cercano a 19 pesos y la inflación se ubicaría cerca de cuatro por ciento.
De ganar Anaya y no lograrse el TLCAN, el efecto de la transición elevaría el costo, reduciendo el crecimiento del PIB a 1%, el tipo de cambio por encima de 20 pesos por dólar y la inflación sostenida en 5 o 6% conforme a los efectos de un cambio abrupto que se enfriaran.
4.
Si el ciudadano Meade remontara, ganara las elecciones y lograra una transición estable (postelección no conflictiva) con una negociación viable para el TLCAN, los valuadores de riesgos estiman que el crecimiento del PIB para 2018 mantendría la posibilidad de 2.5%, el tipo de cambio en torno a 18 pesos por dólar y la inflación convergiendo hacia cuatro por ciento. Es decir, el argumento de la continuidad sería bien evaluado por los corredores de riesgos. Sin el TLCAN, el PIB indudablemente caería a 1.5% y el tipo de cambio se elevaría especulativamente quizá por encima de 20 pesos por dólar.
5.
Entretanto, del 25 de febrero al 5 de marzo (¡10 días!) tuvo lugar en la Ciudad de México, con mínimos avances, el séptimo round de la renegociación del TLCAN, como diplomáticamente se le denomina a la sacudida que Estados Unidos quieren darle a las reglas trilaterales, decididos como están a cambiar el orden de las prioridades para que puedan seguir consumiendo y gastando en tanto los demás países simplemente pagan la juerga. A golpes de tuit y aranceles, Mr. Trump ha puesto en jaque no sólo a la economía, sino a las elecciones presidenciales mexicanas.
La negociación del TLCAN se encuentra en un punto muerto. Quien gane las elecciones tendrá que gobernar con algo más que ocurrencias o puntadas.