En los últimos meses en por lo menos 20 estados del país se asoman escenarios de confrontación entre grupos criminales que, en principio, han conseguido uno de los objetivos que pretendían, generar temor e inseguridad entre la población, además de ineficiencia de las autoridades.
¿Cuál es este panorama sangriento? Asesinatos directos y quirúrgicos, ataques a jóvenes o familias, enfrentamientos con autoridades, cuerpos cercenados, toma de poblados y hasta difusión de videos, fotografías o comunicados por parte de estos grupos criminales.
Si bien no se trata de toda una acción orquestada, las oficinas de seguridad no lo consideran casual o circunstancial.
A partir de información de inteligencia, los analistas han planteado diferentes escenarios sobre lo que ocurre en el país en cuanto a los fenómenos de violencia, ninguno de ellos es bueno, todos son graves. La única diferencia es la forma en que pueden enfrentarlos.
El primero de los escenarios, el más sencillo, es la pelea por territorios provocada por escisiones internas de los grupos, y como parte de una arremetida del Cártel Jalisco Nueva Generación por apoderarse de más plazas en poder de enemigos.
Otro de los escenarios, el más interesante, es el que plantean estos especialistas en cuanto a que las batallas que se libran en más de la mitad de esas 20 entidades y que se materializan de diferente forma y magnitud, y que es en realidad una estrategia lanzada desde los grupos criminales más poderosos con la intención de distraer, desestabilizar social y políticamente, y achicar la capacidad de las autoridades.
De confirmarse esta hipótesis, estaríamos en presencia de una táctica criminal, consideran los analistas, que busca que los enfrentamientos y asesinatos que hemos visto, por ejemplo, generen una percepción extrema violencia entre la población y las autoridades, que las inhiba para denunciar y actuar. Algo como una derrota anticipada.
Pero hay algo más, un distractor. Las oficinas de inteligencia también plantean que en alguna zonas se está alterando la tranquilidad o la mediana tranquilidad que existía con dos objetivos: el primero es distraer a la opinión pública y llevar los esfuerzos de las autoridades a lugares en donde están generando o provocando violencia para golpear a sus enemigos; pero a su vez para mantener tranquilos y bien controlados los territorios importantes, donde se ejecutan las verdaderas operaciones: de producción de drogas, trasiego y venta; tráfico de armas, personas, maderas, animales o minerales, por ejemplo.
Para afianzar esta hipótesis, las autoridades identificaron una disminución en el decomiso de armas, droga, dinero y otros productos ilícitos.
De acuerdo con el planteamiento de los analistas, en esos territorios donde a los grupos criminales les interesa que sea visible la violencia, se ha permitido, por ejemplo, que sus socios, los grupos locales, desarrollen sus operaciones sin control y con muestras de enorme violencia (asesinatos dirigidos, incendios, disparos a plena luz del día a negocios, etcétera) para el cobro de piso, secuestros y asesinatos por contrato.
Además, las oficinas de inteligencia han identificado que los videos que han proliferado y circulan en las redes sociales desde hace varias semanas, y en los que aparecen personas uniformadas, con armas de alto poder, exhibiendo a detenidos o enviando algún discurso a sus enemigos, en algunos casos se trata de grupos reales que quieren mostrar su capacidad para infundir temor, pero también hay grupos ficticios que son expuestos como parte de la misma estrategia de confundir y desviar la atención.
Todo esto no es nuevo, son estrategias que los grupos criminales comenzaron a usar en México desde 2004, Los Zetas fueron los primeros que desarrollaron estas tácticas de guerra, en las que simularon divisiones internas de las organizaciones criminales, crearon nombres ficticios de grupos, emboscaron sin justificación a autoridades locales y federales, e incluso difundían información falsa, todo eso sirvió para distraer y ampliar su territorio y poder. Sería una nueva fase de la una criminal, al menos esa es la hipótesis más fuerte de las autoridades.