Algo anda mal en la vida pública de México. Casi cuatro meses después de cometerse un crimen en Iguala que cambió radicalmente el rumbo del país y lo metió violentamente en una crisis social que se sabe cuándo empezó -26 de septiembre de 2014- pero no cuándo terminará, la insensibilidad con la que se comportan las figuras públicas no se entiende. Dos son los botones de muestra que reflejan un desprecio por la turbulenta realidad mexicana en estos tiempos, y que sugieren una visión de los asuntos públicos insensible y peligrosa. Veamos: 1.- En la página de Facebook de la Presidencia, se publicó este jueves el evento del miércoles donde el presidente Enrique Peña Nieto anunció un incremento significativo de los recursos para vivienda de interés social. Es una obligación política la difusión de sus actividades con el propósito de mantener informados a los ciudadanos, y entre las frases que seleccionaron los responsables de las redes sociales en Los Pinos, está la siguiente: “Contar con un hogar propio es una de las mayores aspiraciones de cualquier persona. Alcanzarla, es uno de los logros que da más alegría y satisfacción”. Parece una frase sin riesgo, más sin embargo, es tóxica. El contexto de esta frase se da a menos de 48 horas de que el periódico financiero neoyorquino The Wall Street Journal publicara que el empresario al cual el presidente Enrique Peña Nieto compró su casa en Ixtapan de la Sal en 2005, obtuvo posteriormente contratos de obra pública que nunca había tenido en volumen y cantidades en el estado de México, cuando el presidente era gobernador, y en el gobierno federal en la actual administración. La adquisición de casas a empresarios que, de acuerdo con la versión de Los Pinos, han resultado beneficiados con obra pública en forma coincidente, es un tema que ha quitado credibilidad al presidente y a su gobierno en el extranjero, donde ese tipo de situaciones se sitúan dentro del marco de un conflicto de interés. No cuidar en estos momentos al presidente en ese campo, es un descuido que parece una burla para todos aquellos que consideran que Peña Nieto debía optar por una vía más transparente que elimine cualquier sospecha de corrupción.
2.- En la última edición de la revista Caras, que es propiedad de Televisa, aparece un reportaje gráfico de 18 páginas cuyo titular dice: “Emilio Azcárraga, Bernardo Gómez, José Bastón y Alfonso de Angoitia consienten al top 50 de la familia Televisa”. Se trata de un convivio organizado en el rancho de Gómez, poderoso vicepresidente para asuntos políticos de la empresa, como un guiño para su constelación de estrellas. El rancho de Gómez se encuentra en Valle de Bravo, y se aprecia en una de las 85 fotografías un lago artificial cuyas dimensiones podrían ser suficientes para esquiar. La existencia de lagos privados en Valle de Bravo, por cierto, generan una molestia permanente y creciente con la comunidad, porque el agua que se utiliza es de los pozos que alimentan al pueblo. Hay un campo de beisbol cuyas dimensiones se antojan profesionales, un stand de tiro con arco olímpico, y un boliche de cuatro líneas con una instalación que no existe en Beverly Hills, y caballerizas con su extensión bardeada para montar. Sus 50 invitados fueron transportados en helicópteros, y se movían dentro del rancho en camionetas todo terreno Polaris, que cuestan aproximadamente 200 mil pesos.
Quien no sabe que se trata del rancho del vicepresidente de Televisa, puede pensar que se trata de un destino turístico por lo espectacular de la propiedad. Qué preguntas detonará entre los accionistas de Televisa, que es una empresa pública que cotiza en las bolsas de México y Nueva York, sobre de dónde salieron los dineros para ese rancho, es un asunto de la empresa, ¿pero por qué habrán hecho los directivos de Televisa de un legítimo convivio privado unaffair público sin recato ni prudencia ante el momento que se vive? Televisa es sistemáticamente criticada en México por el manejo político de sus contenidos informativos, y por una vieja vinculación con Peña Nieto, por lo que sus periodistas son hostigados tan injusta como frecuentemente por los críticos del gobierno –a veces incluso físicamente-, señalándolos como brazo de propaganda. Apenas en diciembre pasado, en un encuentro sobre comunicación organizado por Televisa en vísperas de la Cumbre Iberoamericana en Veracruz, Peña Nieto afirmó, a riesgo de seguir anidando esa idea:
“Para algunos, déjenme decir, pudiera, Emilio lo entenderá y quienes están aquí como miembros de Televisa (también) pensar que es equivocado hacer un reconocimiento a esta gran empresa mexicana… Para el presidente de la República es motivo de orgullo tener a una empresa mexicana productora del mayor número de contenidos de habla hispana, que proyecta a nuestro país en el mundo entero”. Los dos momentos no pueden verse en forma aislada, sino en el contexto político en el que se vive, por su papel e influencia en la sociedad. ¿Podría pensarse que ambos son resultado de un descuido? Podría. Pero para ello, tendrían que pensar, consciente o inconsciente, de que no importa lo que hagan, no habrá consecuencias. Su realidad, por lo que transpiran, es que es México no hay costos para quien está en el poder y para quien lo comparte. O al menos eso creen quienes con sus acciones se ríen de los demás. rrivapalacio@ejecentral.com.mx twitter: @rivapa