La sucesión

18 de Noviembre de 2024

Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

La sucesión

RAYMUNDO

1ER. TIEMPO: Y cómo no se van a mover. Después del próximo domingo arrancará de manera formal –aunque públicamente lo negarán todos-, la sucesión presidencial dentro del PRI. En las últimas semanas se ha dado de manera desarticulada, pero con la instrucción del Presidente Enrique Peña Nieto para que aquellos que señaló, hagan méritos para ver cómo crecen. Como dijo uno de quienes se encuentran en la baraja de aspirantes, “el Presidente me dijo ‘muévete’, por lo que asumo que también se lo dijo a otros”. Seguramente. Dos Secretarios que habían guardado un bajo perfil político, salieron del clóset. José Antonio Meade, de Desarrollo Social, y José Calzada, de Agricultura. Uno no necesita hacerlo, porque no ha dejado de estar en campaña casi desde el principio del gobierno, Miguel Ángel Osorio Chong, quien temprano en la administración integró un cuarto de guerra que cada lunes analiza cómo van los aspirantes y define cuáles deben ser sus líneas generales estratégicas a seguir. El más joven de todos, Aurelio Nuño, fue empujado por Peña Nieto a la Secretaría de Educación cuando sintió que ya era tiempo que caminara solo y demostrara que tiene el tamaño para construir una candidatura, y de no encontrar mejor forma que salir todos los lunes a una escuela primaria para buscar que el país lo conociera, ha terminado en el cuadrilátero contra maestros y estudiantes. A quien no le dijeron nada y de cualquier forma figura en las encuestas de aspirantes presidenciales es la canciller, Claudia Ruiz Massieu, quien dice muy en privado que no sabe ni siquiera por qué la toman en cuenta, porque lo que realmente quiere –y quiere decírselo al Presidente-, es terminar en el cargo junto con él, el 30 de noviembre de 2018. Hay otro que por más que lo empujan cercanos y amigos, repite que “aún no es tiempo”. Este es el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien todavía no da señal alguna a nadie de cuáles son sus intenciones para el 2018. Ya hizo saber cuáles son sus intenciones para 2017, cuando se decide la candidatura para el gobierno del estado de México. No cuenten conmigo, le dijo Videgaray al actual gobernador, su gran amigo, Eruviel Ávila. Por lo pronto, él está con el Presidente y si no le hace ojitos su jefe, no se moverá. Pero con toda la ascendencia que tiene sobre de él, no falta quien se pregunte si el hecho que sea el único de todos que se mantiene estático, no significa que a un año y medio que se decida la candidatura, es el heredero designado.

2DO. TIEMPO: La vieja alianza de ex gobernadores. Cuando se comenzó a hablar de la sucesión presidencial en 2012, muchos ojos ya estaban puestos en el carismático Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México. Sus colegas lo veían con el respeto de quien ve en un político con ojos de caja registradora, y acudían a él por necesidades tácticas –dinero para sus candidatos a diputaciones y para las operaciones políticas-, o estratégicas –como el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, que rompió con todas las reglas de equidad al ser quien, entre los mandatarios estatales, lo destapó y le inyectó un par de miles de millones de pesos, según él, a su campaña presidencial-. Pero no sólo era el carisma del poder mexiquense lo que articuló la aplanadora detrás de Peña Nieto, sino el trabajo de zapa que realizaron sus colegas más cercanos, Miguel Ángel Osorio Chong y José Calzada, gobernadores de Hidalgo y Querétaro. Fueron ellos los que se desplegaron por todo el país, construyendo la colmena en donde fueron atrayendo gradualmente a otros mandatarios estatales. Los primeros fueron Humberto Moreira de Coahuila, Rodrigo Medina de Nuevo León, Jorge Herrera de Durango, y Roberto Borge de Quintana Roo. Moreira y Duarte fueron quienes, de forma oficiosa, se dedicaron a golpear a quien era líder priista en el Senado, Manlio Fabio Beltrones, con quienes se enfrentó y se sentó a esperar que se abrieran las puertas del infierno. Vio cómo cayó Moreira y ahora está en espera que suceda lo mismo con Duarte. Peña Nieto pagó bien. Después de todo, si en algo se caracteriza, es ser mejor amigo de sus amigos que sus amigos de él. A Osorio Chong lo hizo secretario de Gobernación y le ha permitido –porque hasta ahora no ha hecho nada por impedirlo-, que todos los negativos por las notorias fallas en la seguridad y los problemas de gobernabilidad, terminen sobre su espalda y no sobre la del hidalguense. A Calzada, un gobernador altamente exitoso que no pudo transferir su aprobación al candidato del PRI a sucederlo –y fue arrojado del poder-, lo incorporó al gabinete y lo puso a jugar. Medina se veía despachando en Gobernación, pero ahora sólo el manto del compadre –oficialmente desde hace un mes- del Presidente, el subsecretario de Gobernación, Luis Miranda, lo ha protegido a él y a su familia de que avancen las denuncias por corrupción. Moreira está en desgracia y Herrera, muy cercano a Peña Nieto, como Borge, tendrán este domingo la prueba donde mostrarán si seguirán contando con sus confianzas o pasan al baúl de los desechables. Ninguno, sin embargo, está en la línea de sucesión. Sólo Osorio Chong y Calzada jugarán de aquél lote, sin saberse con certeza en este momento, si su tiempo se ha agotado.

3ER. TIEMPO: Amarres tácticos. La gran inteligencia que mostró Luis Videgaray como coordinador de la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto impidió que el respetable público atendiera con cuidado su falta de experiencia en el terreno hacendario federal. Nunca debió haber sido sorpresa su larguísima curva de aprendizaje, aunque pudo haber sido peor de no haber sido por su viejo amigo –de los pocos a quien intelectualmente respeta en el gabinete-, el entonces secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade. El ex canciller lo proveyó del expertise que necesitaba y le ayudó en la integración de su equipo. Todo el equipo fuerte del SAT –fundamental para el superávit fiscal-, encabezado por Aristóteles Núñez, se formaron con Meade. José Antonio González Anaya, primero en el IMSS y luego en Pemex, era carta de Meade. También Mikel Arriola, que hizo un espléndido trabajo en Cofepris y pasó al relevo en el IMSS. Virgilio Andrade, el secretario de la Función Pública, comenzó su vida en la administración pública bajo el manto de Meade. Hasta la directora de Comunicación Social de Hacienda, le pertenecía. Videgaray se apoyó en su viejo amigo del ITAM y camarada de luchas en la sociedad de alumnos en aquél arranque de gobierno peñista, que consolidó la alianza más sólida en la sucesión presidencial de 2018. Comparten el mismo adversario, cada vez más público y más enfrentado, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y se han entendido bastante bien desde las negociaciones al presupuesto –cuando el secretario necesitaba del entonces diputado- hasta las victorias de los candidatos a gobernador de Videgaray. Beltrones logró una que parecía imposible, la de Ignacio Peralta en Colima, y está confiado en lograr otra que se anticipa más complicada, la de Baltazar Hinojosa en Tamaulipas. En el juego sucesorio, las alianzas son fundamentales. Por eso, no hay que dejar al margen que hace apenas unas semanas, el presidente nombró como su jefe de asesores a Carlos Pérez Verdía, quien, no por si alguien se perdió, también pertenece al equipo sólido y amplio de Meade.