La inteligencia política de Elba Esther Gordillo es tan grande, que sólo la soberbia explica cómo a veces se va de boca y comete errores fundamentales. Hoy es un día de estos, cuando en medio de la definición de un juez federal para determinar si le permite enfrentar la acusación de lavado de dinero y delincuencia organizada en prisión domiciliaria, lanzó una amenaza innecesaria. Desde la cárcel de Tepepan en la ciudad de México, donde se encuentra, la maestra se quejó del trato que le ha dado el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, desde que la capturó un comando de la Marina como a cualquier capo del narcotráfico, hasta la forma como en tribunales han construido un caso que, ciertamente, carece de sustento. La maestra sabe que es una prisionera política y en una posición de debilidad, pero aún así amagó, intimidó.
Gordillo, que desde que ingresó a la cárcel el 26 de febrero de 2013 ha estado delicada de salud, admitió ante la opinión pública que tiene un acuerdo con el gobierno para no hablar sobre lo que ella llama traiciones. Por ejemplo, la forma como el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, para asegurar que la operación de la Marina para detenerla fuera exitosa, le pidió que antes de ir a una reunión del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación el 27 en Guadalajara, cenara con él. Era una celada. O la del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quien consideraba su amigo, y a quien hoy señalan sus cercanos como el principal traidor por haberle dado la espalda.
La maestra dijo que el gobierno federal están estirando las cosas, como si quisieran forzarla a romper el silencio institucional que ha mantenido. Es una tontería. Nadie puede imaginarse que Peña Nieto quiera que se revelen los acuerdos políticos durante la campaña presidencial, o las negociaciones de su yerno, Fernando González, con quien sería el jefe de Oficina de la Presidencia, y autor de la Reforma Educativa, Aurelio Nuño. Tampoco parece muy sensato decir que al recuperar la libertad, quiere regresar a dirigir el magisterio, como si nada hubiera sucedido. La verdad es que sí pasaron cosas y ella perdió la confianza de sus interlocutores.
La captura de la maestra fue un acto de pragmatismo presidencial, como se escribió en este espacio en marzo de 2013. Se le empezó a investigar en diciembre, tan pronto asumió Peña Nieto la Presidencia, porque tenían en mente actuar en su contra ante el temor de que se opusiera a la Reforma Educativa. Sus más cercanos han dicho que eso nunca iba a suceder, y que lo que había propuesto González a Nuño era que hicieran ese cambio juntos. Las dudas sobre el comportamiento de la maestra se despejaron cuando una semana antes de la detención, se transmitió una entrevista con Adela Micha en Televisa.
Frases como “entré por el excusado y salí por la puerta grande”, como describió su llegada y salida del liderazgo del magisterio, llamaron profundamente la atención, porque hablaban de la forma como veía la conclusión de su oposición a la reforma. En dos ocasiones la entrevista fue analizada en Los Pinos por un grupo selecto: el Presidente, Osorio Chong, Videgaray, el secretario de Educación, Emilio Chuayffet, el procurador general Jesús Murillo Karam, el director del CISEN, Eugenio Imaz, el entonces director de Comunicación Social, David López, y Nuño.
Era un siguiente paso a lo que habìan advertido antes, cuando el desafío a la Reforma Educativa pasó de la retórica a actos de desinformación y sabotaje en el país por parte de la dirigencia del magisterio. La maestra, que durante años fue una política que generó certidumbre a sus interlocutores, se volvió explosiva, con lo cual se convirtió en un factor de riesgo, y las revelaciones a Micha la mostraron como alguien que había perdido la dimensión de su realidad. “Me gustan las cosas caras”, le dijo a la conductora. “¿Dónde está el delito? Lo sudo, no me lo robo”.
Para entonces la PGR y la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, tenían el mapa de las operaciones financieras que usaron para acusarla, y tras la entrevista, Murillo Karam recibió la luz verde para proceder. El 23 de febrero solicitó la orden de aprehensión en su contra, y al día siguiente, cuando se la obsequiaron, informó al Presidente. El caso de la maestra, empero, no se sostiene jurídicamente. Un ejemplo: pliego de consignación, suscrito el 20 de febrero de 2013 por el ministerio público, se sustenta en dictámenes de los peritos del Sistema de Administración Tributaria y de la PGR que fueron emitidos el 21 y 22 de febrero. Es decir, un día después del pliego de consignación.
Como esos detalles irregulares hay muchos otros en el expediente. La maestra, si hubiera justicia, tendría que haber quedado en libertad hace tiempo. Pero como bien lo dice, no es un asunto legal sino político. Por eso son más sorprendentes sus declaraciones y el reto que hizo al presidente. Quizás lo siente débil. Quizás cree que existen las condiciones para que pueda irse a prisión domiciliaria. Quizás se vuelve a sentir con la fuerza como cuando habló con Adela Micha. Quizás, sin embargo, no entiende realmente lo que le pasa. En aquella ocasión, la soberbia la perdió. En esta, también. Ya se verá.
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