Conversación con un sordo

21 de Diciembre de 2024

Raymundo Riva Palacio
Raymundo Riva Palacio

Conversación con un sordo

raymundo riva palacio1 ESTRICTAMENTE

La reunión en Hamburgo entre los presidentes Enrique Peña Nieto y Donald Trump, se dará en medio de un frenesí en la relación bilateral que lleva tres semanas, y que tendrá su estación más importante este viernes, cuando Peña Nieto y su equipo entren a un túnel de 30 minutos para un diálogo con Trump, con quien hablar es como tener una conversación con un sordo que tiene proclividad al asesinato. Es decir, la interlocución está llena de incertidumbres, pero no por la preparación del encuentro y la acotación de la temática, como será en esa ciudad alemana donde se celebrará la cumbre del G-20, sino por lo poco predecible de su comportamiento y lo mercurial en sus emociones.

Esta reunión ha sido protegida con algodones. Hace dos semanas se programó la visita a México del secretario de Seguridad Interna, John Kelly, quien llegó a México acompañado por el director de la CIA, Mike Pompeo. El enfoque de seguridad y de tareas de inteligencia era evidente, pero el diseño de la visita sugiere un énfasis distinto. Ausentes por completo en los dos primeros días del viaje de Kelly y Pompeo fueron sus contrapartes y enlaces institucionales, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, y el director del CISEN, Eugenio Imaz, enfatizando la desconfianza en Washington con esa ala del equipo de Peña Nieto, y el interés por articular la relación bilateral con otras caras, encabezados por el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, y los jefes de las Fuerzas Armadas, el secretario de la Defensa, general Salvador Cienfuegos, y el de la Marina, almirante Vidal Soberón.

Kelly, de acuerdo con diplomáticos estadounidenses, planteó en Los Pinos los temas que Trump pretende abordar con Peña Nieto, la seguridad regional que integre a Centroamérica, migración y tráfico de armas, junto con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, que no vio directamente el secretario. No habrá sorpresas en Hamburgo, fue el mensaje de Kelly a Peña Nieto, pero los mexicanos no están seguros. En una plática con periodistas que acompañaron al presidente en el viaje a Europa, Videgaray dijo que esperaban que la conversación con Trump fuera en términos de cordialidad y respeto, que es hasta ahora el mayor déficit en la relación bilateral.

Trump no es el gobierno de Estados Unidos, que en las áreas que conciernen a la relación con México, están trabajando con otro ritmo, tono e interés. Se vio en la preparación de la reunión entre los dos presidentes, que originalmente había anticipado el director del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, H.R. McMaster, sería tipo pull aside, como definen las reuniones de pasillo, rápidas y sin mucho contenido, preparadas más para relaciones públicas. En menos de una semana, Relaciones Exteriores y el Departamento de Estado elevaron el nivel de la reunión, a una de trabajo, de 30 minutos –no de 10- y con la participación de secretarios y colaboradores. La fotografía que iba a ser la joya del encuentro, tomó densidad.

El temario de la reunión no podía ser extenso y se terminó de afinar durante la mañana del miércoles, antes de que llegaran Kelly y Pompeo a México. Los temas son los obvios, pero lo importante es lo que no se abordará, según lo acordado por los equipos: el muro fronterizo, que se ha convertido en la metáfora de la desastrosa relación entre Peña Nieto y Trump. Temáticamente será una reunión dentro de las líneas convencionales de este tipo de encuentros, pero políticamente, lo que no se ve, es lo relevante: el cuidado con el que el gabinete de Trump quiere llevar la relación con México. ¿Será la plática tan tersa, como se ha negociado? Si la visita de Trump a Los Pinos en agosto del año pasado se puede tomar como referencia, será una conversación cordial y respetuosa, como espera Videgaray. La inquietud es sobre lo que puede venir después.

Tras aquella reunión en Los Pinos, Trump rompió los acuerdos tomados y habló contra México y los mexicanos. Ya como presidente, habló por teléfono con Peña Nieto y se comprometió una vez más a no hablar públicamente de aquellos temas donde claramente había diferencias insalvables, pero volvió a destrozar lo pactado días después. Kelly, el secretario de Trump quien se ha encargado, quizás inopinadamente, de reparar los daños que provoca su presidente y colocar bálsamo en las heridas a los mexicanos, ha tenido que trabajar horas extras para evitar un mayor alejamiento entre los dos países. Junto con el secretario de Estado, Rex Tillerson, ha ido construyendo la agenda bilateral cuidando que la Casa Blanca y sus supremacistas, no la dinamiten.

El tipo de reunión en Hamburgo, iniciativa de ese sector integracionista del gobierno de Trump, volvió a enviar un mensaje de que las relaciones bilaterales tienen un diálogo ininterrumpido, aunque a veces tenga sus sobresaltos. En papel, los mexicanos están preparados. La próxima semana, para dar un seguimiento a los asuntos mexicanos, Videgaray estará en el Capitolio hablando con diputados y senadores sobre comercio y seguridad, cerrando estas tres semanas de frenesí. Todo está calculado y planeado por las dos cancillerías para que las cosas resulten de acuerdo con la partitura que escribieron. Pero con Trump nada es seguro ni cierto, pues su palabra cambia al ritmo de su temperamento. Lo único es que los mexicanos ya saben que así es, y no va a cambiar. Estarán preparados para evitar un nuevo naufragio. Es lo menos que se espera de ellos.

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