La tira cómica Cindy La Regia, creada por el monero Ricardo Cucamonga, es una fiesta de acidez y humor negro, una anomalía para estos tiempos de indignación inmediata y corrección política.
Publicada en Milenio Diario, Cindy es una adolescente que vive en el municipio de San Pedro Garza García (el más rico del Latinoamérica) y cuya única obsesión en la vida es casarse, “pero tipo bien”, es decir, con un chico guapo y millonario.
La Cindy de Cucamonga es un personaje clasista y racista, aunque nunca se percata de ello. Se trata de una certera e inteligente crítica a la banalidad e ignorancia de las clases altas, no sólo de Monterrey, sino de todo el país.
Desafortunadamente, nada de esto está presente en la adaptación cinematográfica. El camino que productores y el guionista decidieron para la Cindy de carne y hueso es la repetición de una fórmula ganadora, pero trillada: la comedia romántica.
Dirigida por Catalina Aguilar Mastretta (gran ópera prima, Las Horas Contigo) y Santiago Limón (la desbocada comedia Hasta que la Boda nos Separe), la cinta inicia con una Cindy (solvente Cassandra Sánchez Navarro) a punto de cumplir su sueño (su novio la va a pedir en matrimonio), pero ella entra en pánico y huye a la CDMX, donde su prima (Regina Blandón) le dará asilo.
El guion de María Hinojos se conforma por llevar el relato a terrenos conocidos: el ya clásico “rico fuera del agua” (subgénero cuyo máximo exponente sigue siendo la estupenda Nosotros los Nobles) donde Cindy, acostumbrada a la opulencia, aprenderá a vivir como todos nosotros: trabajando y pagando renta, además de enfrentarse al dilema de elegir entre dos galanes, uno guapo y millonario (pero aburrido) y otro guapo y no tan pudiente (pero divertido).
Lo realmente interesante en Cindy La Regia sucede en la periferia de la protagonista: Regina Blandón se roba la película con su papel de la prima empoderada y liberal (aunque con una novia aún en clóset), y la abuela de Cindy (seguro aporte de Mastretta a la trama), brújula moral que le enseña a su nieta que las mujeres deben y pueden hacer lo que ellas quieran (y no lo que los hombres les ordenan).
Funcional aunque temática y visualmente genérica, Cindy La Regia puede presumir de una agenda feminista honesta (característica inusual en las comedias románticas actuales), aunque sin la determinación y el coraje como para abrazar la acidez y la incorrección política del material original. Esos ingredientes se quedaron en el cómic. Lástima.