El destino del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) desde las elecciones presidenciales en Estados Unidos era claro: el tratado que Obama había promovido para hacer frente al avance político y económico de China en la zona del Pacífico, había nacido muerto.
Tanto demócratas como republicanos anunciaban la muerte del acuerdo comercial entre 12 naciones del Pacífico en un momento económico en el que Donald Trump y los republicanos, irónicamente, habían colocado a otro tratado, el de Libre Comercio de América del Norte como culpable de los males económicos que aquejan a Estados Unidos.
Contrario a lo que durante años había sido la política económica de los republicanos frente al libre comercio, la convención nacional republicana en la que Donald Trump fue nominado como candidato a la presidencia por el partido conservador, se caracterizó por la declaratoria de muerte que hacían del acuerdo empujado por Obama, a la vez que calificaba al TLC como el peor acuerdo comercial jamás firmado por Estados Unidos. Los gritos de rechazo al TPP sucedieron durante los cuatro días de convención nacional demócrata, en la que se planteó la muerte del acuerdo que el mismo presidente demócrata, Barack Obama, había empujado.
La campaña de Hillary Clinton reiteró que el TPP no estaba en la agenda de la candidata, y de Bernie Sanders ni hablar: el extremo que se toca con Trump respecto a su oposición a los acuerdos comerciales a favor de la economía nacional.
Extrañamente, el gobierno mexicano siguió trabajando a nivel legislativo con reglas comerciales previstas en el TPP, pese a que el acuerdo estaba detenido. Esa legislación y reglas sirvieron de base en la actualización que el gobierno mexicano realiza en estos momentos de renegociación del TLC. No sólo eso, sino que se han hecho presentes en el renacimiento que ha tenido el TPP en la última reunión de la APEC en Vietnam, en la que ministros de economía de 11 naciones anunciaron la firma del acuerdo transpacífico para el próximo año, la operación y puesta en marcha para 2019.
El interés de países como Japón de que el acuerdo TPP fuera resuelto en la reunión de la APEC, aún con la presencia de Trump en la reunión y la negativa de su país para ser parte de este tratado comercial, era fundamental ante el avance de China a nivel económico y hasta geográfico con las islas artificiales en la región del Pacífico, y llevaron a que junto con Australia presionaran a otras naciones para cerrar acuerdos lo antes posible.
Según el portal canadiense CBC News, el primer ministro Justin Trudeau se vio esquinado por Shinzo Abe para avanzar el TPP ahí mismo, aún y cuando Canadá estaba de acuerdo con las bases generales, pero mantenía reservas en cuestiones culturales y comerciales que lo frenaban a cerrar ahí un acuerdo definitivo.
En su momento, México fue invitado a formar parte del Acuerdo Transpacífico por Barack Obama, a cambio de otros favores en temas de internet. Ahora, sin Estados Unidos respaldando el acuerdo, México se convirtió en un actor importante al grado de que, según el medio canadiense, Trudeau buscó al presidente Enrique Peña Nieto, para que intercediera ante la presión de Japón y Australia.
Ante los avances de ambas naciones, Peña Nieto ayudó a Trudeau uniéndose a sus inquietudes sobre los detalles por discutir para cerrar el acuerdo y amenazando con que México tampoco firmaría el acuerdo si Canadá no lo hacía.
El medio indicó que México envió señales de moderación similares a las de Canadá sobre la firma del nuevo TPP. Ildefonso Guajardo, secretario de Economía, ya había advertido que si bien las conversaciones fueron productivas, se necesitaban más discusiones. En ese sentido, Peña Nieto probablemente ofreció su apoyo por dos razones: México no estaba 100% cómodo con el acuerdo sobre la mesa y el hecho de que Canadá lo pueda respaldar en la dura renegociación del TLCAN con el presidente Trump.
Después de la intercesión de Peña Nieto, Trudeau llevó a cabo una reunión con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, que duró más del doble que la bilateral con México, señal de una dura conversación que terminó por satisfacer la petición de Trudeau a la que Peña Nieto le ayudó a llegar. Finalmente, el viernes pasado, por la noche, los ministros de comercio del TPP acordaron cambios y nuevas formas de avanzar en áreas en las que Canadá había estado presionando, como los autos, las industrias culturales y la suspensión de las disposiciones de propiedad intelectual del TPP original, cambios que no llegaron hasta que Canadá amenazó al grupo de no aceptar el acuerdo sin ellos y con el respaldo de México en las acciones.
El dato. México ofreció su apoyo porque no estaba cómodo con el acuerdo con EU y para que Canadá lo respalde en la dura renegociación del TLCAN con Trump.
La buena relación de México con Canadá, específicamente de Peña Nieto con Trudeau, luego de la visita de este último a nuestro país, y del apoyo comercial que México le brindó en la fuerte negociación del TPP con Japón, se hace presente en un buen momento ante los embates de Trump, su gobierno y representantes comerciales durante la renegociación del TLCAN en la antesala de la quinta ronda.
Si bien Canadá se ha “rascado con sus propias uñas” desde un principio y ha dejado a México a su suerte en diferentes ocasiones ante la dureza de Trump y su equipo negociador, ahora México parecería tener una buena moneda de cambio en los momentos más críticos, justo cuando el endurecimiento de Estados Unidos y sus peticiones comerciales se juegan en esta ronda de la Ciudad de México. Mientras Trump se encierra, México y los países de la región han sido claros en que ésta es una firma de 11 países, Estados Unidos ya excluido.
Cumpla o no con su objetivo original de hacerle frente a China, el renacimiento del acuerdo de la mano de México remarca el nuevo orden mundial y económico que Trump plantea a través de su gobierno y política exterior. Para Peña Nieto, una gira asiática productiva más allá de la reunión de pasillo con Trump, y con un oportuno reforzamiento de la relación con Canadá.