El fin de semana previo a su “destape”, José Antonio Meade aprovechó una reunión familiar para comunicarles la decisión de registrarse como candidato del PRI a la Presidencia de la República.
El todavía secretario de Hacienda espero a que todos terminaran de comer para darles la noticia. Estaban presentes sus padres Dionisio Meade y Lucía Kuribreña; su esposa Juana Cuevas y algunos de sus hermanos.
Hasta ese momento, sólo el presidente Enrique Peña Nieto, una decena de estrechos colaboradores y el propio Meade sabían quién era el elegido. Terminaba así tres años de especulaciones sobre su potencial para ser candidato externo.
“Tuvimos un espacio familiar donde, al final, nos comunicó que había tomado esa decisión, y este espacio nos permitió con toda confianza expresar nuestras inquietudes. Sin necesidad de que nos lo pidiera, le hicimos saber nuestro apoyo, nuestro cariño, nuestra confianza, y él sabe que vamos a acompañarlo en este recorrido”, cuenta Dionisio Meade, principal guía, consejero y constructor del personaje que hoy tiene dos nuevos récords: ser el primer candidato del PRI sin credencial priista y ser el primer “técnico” de un gabinete en ser favorecido por el dedo presidencial.
—¿Qué le dijo usted al enterarse de la noticia? —se le pregunta a Meade papá.
—Nosotros le dijimos que estábamos con él, que iríamos de la mano, como siempre, en el recorrido de este proyecto. Le hicimos saber que su capacidad, su talento y su experiencia habrán de combinar de manera formidable para hacer frente a los desafíos futuros del país.
Hijo de las crisis y la pluralidad
Profesionalmente, José Antonio Meade es hijo de las crisis económicas y de la pluralidad política. “A Pepe le tocó ver en mi trayectoria profesional momentos muy complicados de nuestra vida económica como país. Por ejemplo, me tocó estar en el Banco de México para rencausar la economía tras la crisis del 76, yo entré ahí en el 77. También nos tocó trabajar en la Secretaría de Hacienda en 1982, cuando también tuvimos una problemática muy severa”, platica Meade padre en entrevista con ejecentral.
Otro periodo que José Antonio Meade vivió de cerca fue cuando el PRI perdió dominio en el Congreso, en 1997. Su padre fue diputado y presidente de la Comisión de Hacienda de la Legislatura LVII (1997-2000), en la que por primera vez en 68 años el tricolor no contaba con mayoría absoluta. El hoy precandidato presidencial tenía en ese entonces 28 años, ya había terminado su doctorado en Yale; comenzaba su vida de servidor público como director general de Planeación Financiera de de la Comisión Nacional de Seguros y Fianzas.
“En ese momento habíamos tenido la primera Cámara ya sin mayoría y nos enfrentamos a la necesidad de buscar acuerdos y consensos para todas las medidas posteriores a la crisis de 1995, desde la definición de los paquetes económicos, hasta el tránsito y la discusión de toda la agenda legislativa”, recuerda Dionisio Meade, quien fue el encargado de diseñar y dirigir el Instituto de Protección al Ahorro Bancario, instancia que sustituyó al Fobaproa.
En aquel entonces, Meade padre trabajó muy de cerca con personajes como Francisco Arroyo Vieyra, Joel Ayala, Isaías González Cuevas y Arturo Núñez, del PRI. También interactuó con legisladores de otras fuerzas como Porfirio Muñoz Ledo, Bernardo Bátiz, Carlos Medina Plascencia, José Paoli Bolio, Santiago Creel y Marcelo Ebrard.
—¿En qué momento decide usted acercar a José Antonio con su círculo de amistades y contactos?
—Eso se generó de manera natural, en espacios de convivencia entre compañeros de trabajo y de partido. Nos reuníamos entre nosotros, convivían las familias, convivían los hijos y así se generó una relación entre mis compañeros y José Antonio, y entre los hijos de mis compañeros de trabajo y el propio José Antonio. “Lo que pasó en el caso de José Antonio es que esa inquietud por lo publicó significó que él buscara potenciar esas relaciones, él se encargó de cultivarlas, de formar círculos de amigos, de estar mucho más cerca de esos grupos y, desde muy joven, tratar de interrelacionarse con ellos, a veces conmigo y a veces por su propia cuenta”.
“El papel de ser su papá”
Dionisio Meade García de Léon lleva casi medio siglo en el servicio público y de vida partidaria, pero antes que político es un padre de familia. Se le pregunta qué papel jugará en la campaña de José Antonio y responde: “Dionisio Meade va a jugar el papel de ser su papá, de estar pendiente de él, de acompañarlo, de darle consejo cuando me lo pida. Pero es su campaña, es su recorrido. Como todo padre, estaré al pendiente, siempre dispuesto a dar la mano cuando me lo pida”.
—En caso de ganar la elección, ¿cómo lo ve como Presidente de México?
—Yo lo veo como le he visto siempre, como una gente comprometida, entregada, como una gente sencilla, respetuosa de los valores, respetuosa de las personas, respetuosa de las instituciones; lo veo como una gente entregada a cumplir con su deber, comprometida con el derecho, comprometida con la integridad, con la honestidad y con el deseo de dar resultados, Así lo ha venido haciendo durante todos sus desempeños.
—¿Tiene compromisos inconfesables con algo o con alguien?
—No sé que quiera usted decir con eso, pero desde luego que no veo yo que esté atado con ningún compromiso, como no sea el bienestar del país; su única motivación, su único interés y la única deuda es la de responder al país por todo lo que el país le ha dado a él y a todos nosotros.
Imagen y semejanza
José Antonio Meade es hechura de su padre. Se inspiró en su progenitor para estudiar Economía y Derecho simultáneamente, y es debido a su ejemplo que decidió dedicar su vida al servicio público. Ambos tienen el mismo tono voz, usan las mismas muletillas al hablar, recurren a los mismos gestos y a los mismos ademanes.
Pero hay algo en lo que el hijo no siguió los pasos del padre: la militancia priista. Desde adolescente supo que podía meterse a los círculos políticos sin credencial partidista.
—¿Por qué José Antonio no se afilió al PRI, como usted?
—Yo creo que su espacio de desarrollo ha sido fundamentalmente el servicio público, él desde siempre ha estado de manera profunda vinculado al quehacer de la administración pública. Ahí ha dedicado la mayor parte de su empeño y ahí ha encontrado ese espacio de formación, a él le pareció que era conveniente para su desarrollo personal y profesional no afiliarse y yo de ninguna manera lo iba a obligar.
—Usted conoce las entrañas del PRI. ¿Cómo ha visto las reacciones en el partido? ¿Aceptan o rechazan a José Antonio?
—Yo creo que se había generado una relación en donde él, de manera muy natural, se encontró un espacio en donde no vino a improvisar una relación, sino que vino a cosechar el fruto de un esfuerzo de relaciones y de amistades, de participación en proyectos conjuntos en los que ha venido trabajando desde hace muchos años. Su principal vínculo ha sido con los legisladores priistas, que han sido parte esencial de la construcción de acuerdos a los que nos hemos visto obligados como país a lo largo de los últimos 20 años.
“Como digo, a partir de la Legislatura LVII, en donde no había mayorías absolutas, yo creo que José Antonio encontró un espacio de amistad, de conocimiento y de participación conjunta en muchos de los grandes pasos que el país ha venido dando a lo largo de estos 20 años, en donde de manera natural encontró este espacio de afecto, de confianza y de apoyo para sus inquietudes muy cimentadas en este espacio de relaciones y en este espacio de confianza. Por eso tengo la impresión de que los encuentro de ayer (con los sectores del PRI) fueron encuentros amistoso, de confianza y de apoyo”.