La ayuda de los defensores de derechos humanos y ministros de culto hacia migrantes en su camino a Estados Unidos se ha obstaculizado por las amenazas de muerte que reciben, principalmente los religiosos
En los últimos cuatro años hay más de 25 casos registrados de violencia hacia ministros de culto, la mayoría no denunciados por el temor de los mismos religiosos a que sean secuestrados o desaparecidos.
El caso del pastor Aarón Méndez, de la Casa del Migrante AMAR en Nuevo Laredo, Tamaulipas —secuestrado el pasado 3 de agosto por proteger a migrantes cubanos— es un ejemplo reciente de la violencia hacia los ministros de culto.
Sacerdotes, pastores y encargados de otros ministerios en la frontera norte dedicados a brindar apoyo a los migrantes coinciden en que los menores de edad son los mas vulnerables, sobre todo cuando viajan solos.
En el caso de los secuestros, los plagiarios y tratantes piden rescate en miles de dólares a sus familias, máxime a quienes vienen de países como Nicaragua, Cuba, Perú, Brasil y Panamá, en donde negocian con sus familiares, obteniendo ganancias casi inmediatas. Las adolescentes con “certificado de pureza” (vírgenes) son las más cotizadas. Llegan a ser vendidas hasta en 10 mil dólares a pedófilos, “quienes después recuperan su inversión poniéndolas a trabajar en centros de prostitución en cualquier país o aquí mismo en México”, afirma el pastor Julio, quien desde hace cinco años llegó a Tijuana para dirigir un albergue.
Estos y otros testimonios han sido recabados con la promesa de no dar a conocer los nombres reales de los ministros de culto cristianos ni de los encargados en los albergues y centros de apoyo que funcionan en las fronteras norte y sur de México, dedicados al apoyo de migrantes. Sólo han autorizado que se mencionen las congregaciones que llevan a cabo la labor asistencial por temor a represalias.
Asociaciones religiosas como la Metodista, Bautista, Asambleas de Dios, Centros de Fe, Esperanza y Amor, Castillos del Rey, Iglesia Nacional Presbiteriana, Adventista, Viento Recio y el Ejército de Salvación atienden diariamente en más de 125 locales ubicados estratégicamente a lo largo de la ruta migrante a más de cuatro mil personas, en su mayoría familias, jóvenes y hasta recién nacidos, por lo que cada una colecta entre sus feligreses los recursos necesarios para brindar ropa, calzado, atención médica, comida y objetos de viaje y aseo personal para los migrantes. Muy pocas reciben ayuda gubernamental y más de 70% de ellas laboran casi de manera clandestina, sin ofrecer sus servicios abiertamente por temor a que las bandas del crimen organizado lleguen a sus instalaciones y secuestren a familias enteras o jovencitas, según comenta el pastor José Juan, en uno de los cinco establecimientos que funcionan en Tamaulipas.
Andrés, quien desde hace 13 años ayuda a servir comida en uno de los albergues que tienen como Iglesia Bautista en Baja California, Sonora, Chihuahua, Chiapas y la Ciudad de México, comentó que cada vez es más difícil ayudar a los migrantes porque “son muy vulnerables, ya que no tienen ayuda médica, ni vivienda, ni asistencia jurídica, ni familiares a quienes avisar en caso de que sufran un accidente, sobre todo los niños. Hemos estado recibiendo amenazas de que nos van a matar si seguimos hospedándolos y no queremos hacer denuncias porque sale peor. Están coludidos con la policía y con Migración”, dice en entrevista telefónica con ejecentral.
El Ejército de Salvación y la Iglesia Metodista tienen una labor continental con personas que migran y su trabajo es reconocido —y en parte auspiciado— desde Estados Unidos y otros países hasta donde han llegado las amenazas hacia sus líderes en México. Oficiales de esas congregaciones se quejan de que algunas bandas comiencen a imponer “cuotas” para dejarlos trabajar en el ministerio de asistencia a los “hermanos del camino”, como les llaman a los extranjeros que huyen de sus país natal. “Van dos pastores que secuestran. A Coque lo amenazaron y le advirtieron que si seguíamos ayudando a los centroamericanos nos iban a quemar la Iglesia; al pastor Ramón lo subieron a una camioneta y ahí le dijeron que le iban a cortar los dedos por dar comida a las familias. Le dijimos al pastor que denunciara pero le dio miedo. Eso fue hace dos meses”, indica Andrés.
Desaparición. Desde el 3 de agosto pasado, no se sabe el paradero del pastor Aarón Méndez, director de la Casa del Migrante AMAR, en Nuevo Laredo, Tamaulipas.
›El pastor Genaro, a cargo de uno de los albergues más grandes en Baja California, comenta que los delincuentes han desaparecido a cientos de ellos en lo que va del año. “Ni siquiera hay un conteo, una cifra, no hay nombres, ni identidades, sólo desaparecen. Esta gente viene al templo y nos cuenta cosas terribles. Es como un filtro donde entran por Chiapas 100 y en el camino se van quedando los más desprotegidos, los más indefensos. Muchas mujeres y niños de quienes nunca sabremos ni sus nombres, ni su paradero. Sólo desaparecen y cuando llegan a Baja California ya sólo hay 10, los demás se perdieron”, concluye.
La Iglesia Evangélica Luterana de Estados Unidos se convirtió en el primer Grupo Eclesiástico Santuario desde el pasado 7 de agosto, que protegerá a inmigrantes durante las redadas ejecutadas por instrucciones del presidente Donald Trump. Varias congregaciones mexicanas estarían a punto de sumarse a una iniciativa similar a favor de los migrantes, pero todavía no llegan a ningún acuerdo.
Aunque no existe un trabajo conjunto entre todas las Iglesias Evangélicas, muchas de ellas prestan un servicio organizado como la Metodista que incluso en su estructura tiene una Comisión Nacional de Asuntos Migratorios, cuyos nexos a nivel continental no ha sido reconocido por el actual gobierno, a pesar del trabajo asistencial que en ocasiones rebasa el que hace el mismo Estado con los migrantes.